Que decían los viejos que en la sierra había una reina. Que la reina murió de pena y aquí yace enterrada. Que la reina no era reina, sino la amante secuestrada por Don Rodrigo a su padre el conde Don Julián. Que Don Julián se alía con los árabes y derrotan a Rodrigo. Y que éste se retira con el tesoro de los visigodos y la bella Quilama y en lo alto de la sierra se construye un castillo y un palacio subterráneo para su amada, que por eso llamarán La Cava.
Que Don Julián y el Moro Muza al castillo ponen cerco trayendo hasta La Bastida a sus mesnadas.
Que La Cava muere de pena, al ver a su amante y su padre enfrentados.
Que Rodrigo la entierra con su tesoro en una gruta secreta que conecta con la Cueva de la Buitrera por cuya boca él huye de Don Julián y los sarracenos.
Que los moros dan vuelta al castillo buscando el tesoro y a Quilama y a Don Rodrigo pero no encuentran nada.
Que los días de luna llena aún se oye a Quilama llorar desconsolada mientras al rio va a buscar agua.
Que estas cosas contaban los viejos y que aunque todos los que las oyen, no dan crédito a sus palabras, dicen que hay quien metió un perro en la cueva y apareció en Valero a la semana. Y juran que es verdad que al padre del Tío Precioso, estando de cabrero en Castil de Cabras, se le acercaron dos hombres a caballo preguntándole por Chivo y Cabra.
Y explicándoles él que aquello era CastiI de Cabras, estudiaron un mapa que llevaban y tras escarbar en la tierra sacaron un cofre lleno de monedas de oro y que en agradecimiento a él le dieron una que valía como las ganancias de todo el año. Y no falta quien entre las viñas ha escarbado buscando el tesoro de Quilama.
Fte:Publicaciones S. Miguel de Valero